jueves, 26 de agosto de 2010

Mi Fiat 128 del año 1972... (Mi primer Vehiculo Parte II)


El Vehiculo me consumía todos mis ingresos, todo lo que cobraba paraba en manos de los mecánicos; tenia que estacionarlo un una calle que tenia una pendiente próximo a mi trabajo, como a cuatro bloque, para poder empujarlo solo y utilizar el arranque con una velocidad puesta y así poderlo encender. Estaba pasando muchas vergüenzas en mi trabajo, pues mis compañeros no querían estar cerca de mi, para que no le tomara prestado dinero, pues nunca tenia para ponerle gasolina al vehiculo, para ese entonces el galón de gasolina costaba 20 pesos y ellos cuando me veían venir decían “ahí viene 20 pesos…”
Una vez hicimos un viaje a la playa un grupo de amigo y el vehiculo comenzó a llenar la cabina de humo, y alguien del grupo me pregunto si se estaba quemando y le dije que solo era una manguera que la hacia falta al motor, que no era nada de que preocuparse; cuando llegamos a la playa, de dije que adelantaran en ubicarse, para verificar a sola la situación, cuando abrí chapa del motor, el vehiculo se estaba rompiendo por el chasis, no le dije nada, pues si lo hacia me iban a pedir que lo dejara en ese lugar; luego cuando llegamos a la ciudad le mostré los daños del vehiculo y casi me matan por haberle ocultado la verdad.
Una vez decidí reparar la carrocería y este fue uno de mis grandes errores, pues cuando mi hermano que sabia hacer ese tipo de trabajo, comenzó a cortar las partes que estaban podridas (oxidadas), el vehiculo se convirtió en un numero 8, y a puro trabajo logro darle forma, sin embargo quedo que para cerrar la puerta delantera derecha, debía estar cerrada la puerta trasera derecha, pues de lo contrario la cerradura chocaba con la puerta trasera y no cerraba.
Bueno, una mañana antes de comenzar a trabajar hice una oración a Dios, pidiéndole que me quitara ese problema y cuando termine de hacer la oración recibí la llamada de un compañero que estaba interesado en el vehiculo, puse mi precio (20 mil), el lo rechazo y ofreció (18 mil), acepte y me dio un adelanto (15 mil), del cual luego el mismo día me pidió parte (3 mil), pues no quería quedarse sin dinero en su cuenta; cuando llegue a mi casa y le informo a mi madre de la venta, ella exclamo con gran jubilo: ¡Que alegría! ¿Cuanto te dieron? ¿200 pesos? Y su alegría fue mayor cuando le dije lo que realmente me dieron. De ahí en adelante comencé un proceso de recuperación, el cual a la fecha no ha finalizado, de esto hace casi 20 años; la mejor arma para un enemigo, es regalarle un carro viejo...

1 comentario:

Anónimo dijo...

verdugo y entonces metiste el lio a tu amigo, diablossss!!!! porque mejor no cuentas la historia de tu amigo despues de comprarte el cacharro.