viernes, 25 de junio de 2010

Los Hijos II

Este tema de los Hijos es muy abundante y complejo, pues cada caso que se presenta en cada hogar tiene su forma particular y única de ser atendido, sin embargo lo que quiero tocar con estos temas que estoy escribiendo, son situaciones y comportamientos generales.

Le decía a una amiga recientemente que la mejor manera de poder orientar, corregir o aconsejar a un hijo, es tratar de ponerse los zapatos de él, tratar de ver las cosas tal y como la está viendo el hijo y poner a un lado nuestros prejuicios; de esa manera quizás tendremos una vista de lo que lo motiva actuar o pensar de esa manera incorrecta que vemos en el.

Una vez escribí algo que decía "El ser humano olvida lo que fue e ignora lo que será…", refiriéndome con esto que nosotros olvidamos que fuimos niños e ignoramos que seremos viejos, pues cuando somos adultos no toleramos a veces los comportamientos de nuestros hijos, el llorar de un niño por un simple juguete desde nuestro punto de vista, sin embargo para el niño es su más valioso tesoro; por otro lado castigamos a los ancianos y decimos cosas muy malas de ellos, no entendemos su afán de sentirse útiles y vociferamos cosas tales como "Maldito viejo, usted debería estar en su casa cuidando los nietos, en vez de estar en el medio conduciendo un auto…", con esto estamos ignorando que seremos viejos, si no es que nos visita la muerte en nuestra juventud.

He aquí que debemos pensar que pasamos por las etapas que nuestros hijos cursan y tratar de entenderlos, no justificarlos, ni aceptar su mal comportamiento; para entonces tener las herramientas y la manera de cómo orientarlos a una vida mejor.

Algo muy típico o común en nuestro vivir, es el hecho de que por lo general siempre tratamos de superarnos como seres humanos, esto en todo el quehacer humano; siendo esto la razón principal del porque estamos en el desarrollo científico y social que hemos alcanzado como especie. En nuestro caso quiero hablar del tema económico, algo común es que queremos dar una mejor vida a nuestros hijos, llenarlos de bienestar y prosperidad, sin pensar en las consecuencias negativas que podemos adquirir con esto para ellos y para nosotros; no es malo que uno le dé a sus hijos lo que uno no tuvo, sin embargo el problema está en la forma de cómo se lo demos, pues debemos transmitirle en el proceso de ese dar, que lo que ellos están recibiendo no llego desde el cielo, si no que para lograrlo tuvimos que hacer sacrificios y esfuerzo humano, que ellos deberán también hacer lo mismo para mantener lo que le dimos y preparar el camino para sus hijos también; en poco palabras debemos enseñarles que todo en la vida tiene un precio y que lo que nos cuesta sacrificio y trabajo es lo que verdaderamente apreciamos.

Entonces con lo antes dicho vuelvo al inicio de esta publicación, mi amiga me comentaba que no ve en su hijo mucho interés en los estudios, no como el que ella tuvo cuando estudio, yo le respondí que se entiende que él no lo tenga, pues él lo tiene todo, el no tiene la motivación que tuvo ella, pues él nació en abundancia, en una casa de concreto, con vehículo en la marquesina y estudio en un colegio; sin embargo ella nació en un pueblo del sur, en una casa de madera techada de zinc, estudio en una escuela rural, caminaba a pie para ir a la escuela, cuando llegaba a la casa tenía una lista de trabajos y tareas que hacer y almorzaba lo que en su casa aparecía, ella conoció la Pizza en el mismo momento cuando llevo a su hijo a comerla. Su hijo no sabe lo que es pasar trabajo, no sabe pasar hambre y no sabe lo que es un "NO" cuando pide o necesita algo; no sé porque nos sorprendemos con el comportamiento de nuestros hijos, siendo nosotros los principales responsables de muchas de sus conductas, pues nos dejamos cegar de nuestro amor por ellos y ponemos a un lado la corrección a tiempo; hablamos delante de ellos cuan malvados eran nuestros padres cuando ellos nos castigaban y nos corregían, ignorando los resultados de ese tipo de acción que ellos hicieron, pues lo que somos hoy se le debemos a ellos.

Es verdad que el golpear a un niño no es correcto, sin embargo el corregirlo no es malo tampoco; para corregir a un niño no se necesita darle golpe, solo hacerle saber quién manda en la casa, quien rige las reglas, esto debe indicarse desde que están en el vientre; la madre no puede añoñar tanto un embarazo, no siempre cuando un niño llora hay que atender inmediatamente su requerimiento, en las tiendas no todo lo que él ve y quiera se le debe dar, hay que disciplinar al niño desde el primer instante, pues cada capricho que se le concede, es una bomba que tarde o temprano detonara. Cuando veo una escena de berrinche de un niño en una tienda, arrastrándose por el suelo, pateando a su madre, porque quiere que ella le compre algo que él vio, siento pena y vergüenza ajena, pues eso no debería ocurrir, en ese cuadro uno no sabe quién es el niño y quién es el adulto. Nunca he escuchado que un niño se ha muerto por llorar, si él quiere algo y usted entiendo que no se lo puede dar, entonces déjelo que llore que él no se va a morir por eso; pues es mejor que él llore hoy a que usted llore mañana...

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